A estas alturas, decir como deshollinadores que amamos las chimeneas puede resultar toda una obviedad.
Aunque lo cierto es que nadie en su sano juicio puede negar la belleza de un hermoso hogar con un fuego bien alimentado, e incluso la estética de una chimenea exterior construida y/o decorada buscando impactar al observador.
Y es que la historia de la casa, a través de las distintas civilizaciones y épocas, es en gran medida la de sus chimeneas.
Por eso en esta ocasión os vamos a hablar de nuestras chimeneas favoritas, a sabiendas de que a buen seguro que nos dejamos en el tintero más de una y de dos que, en tu opinión –y en la de cada uno de los seguidores de este blog– deberían ocupar un lugar de honor en la lista de las más espectaculares.
Sin hogar del fuego no hay casa
Algo similar a lo que nos va a suceder sin duda el próximo mes, cuando os traigamos esas grandes producciones de Hollywood en las que, en muchas ocasiones, una chimenea ocupa un lugar destacado, si no protagoniza, alguna de sus escenas inolvidables.
Pero en este caso os queremos hablar de nuestras chimeneas favoritas.
Y es que, en un edificio, las chimeneas son un elemento imprescindible y en cierto sentido esencial.
Sin hogar o fogón no existe realmente una casa.
Y mucho menos una mansión o palacio.
El término mismo de hogar, por metonimia, designa lo que la vivienda es para sus moradores.
Y echando un vistazo desde el exterior, la casa habitada se traduce en la columna de humo que se eleva por su chimenea exterior.
Por eso mismo los niños nunca olvidan dibujar la chimenea cuando pintan una casa.
Pero antes de señalar edificios singulares, porque en ellos se encuentren nuestras chimeneas favoritas, parémonos a reflexionar sobre el propio carácter excepcional de la existencia de chimeneas en España.
Pues debido a nuestra geografía, más meridional, no pueden compararse a la de nuestros vecinos del Norte.
Nuestras chimeneas favoritas
A diferencia de la arquitectura gala, inglesa o la de la Italia septentrional, la española no cuenta con un número suficiente de chimeneas como para ser recordadas con un estilo propio, sobre todo si se comparan con las ostentosas fachadas, platerescas y barrocas, que les sirven de base.
Así, a excepción de la elegante chimenea gótica de la catedral de Pamplona; de las hermosísimas del Palacio de Monterrey, en Salamanca, obra de Rodrigo Gil de Hontañón; las de pintoresco Italianismo del Palacio del Duque de San Carlos, en Trujillo (Cáceres); las de tipo popular del Monasterio de Guadalupe (Cáceres); las de ciertos ejemplares urbanos de Santiago de Compostela, entre los que destacan las de la Casa de la Parra, obra de Domingo Antonio de Andrade, y las de la Casa de la Conga, de Fernando de Casas y Novoa; o ya en nuestra época, las modernistas de Antoni Gaudí, apenas se pueden reseñar muchos más ejemplos.
Una lista corta pero interesante
La lista es corta respecto a Francia o Inglaterra, en donde a partir del siglo XVII se encuentran conjuntos tan interesantes como para merecer una visita por sí mismos.
Por lo tanto, si queremos repasar nuestras chimeneas favoritas no insistiremos más en esa cierta “pobreza” de las chimeneas españolas en lo que a edificios monumentales se refiere.
Pues en lo popular, sí existe un repertorio interesante, que cubre la zona pirenaica desde Cataluña hasta el País Vasco, y en la cornisa cantábrica, desde Santander hasta Galicia.
Una zona marginal, con chimeneas muy interesantes, es la de ciertas zonas de Extremadura, pues en arquitectura recibe las influencias atlánticas de Portugal, en alguna de cuyas ciudades las chimeneas marcan de manera muy destacada el paisaje urbano luso.
Las ‘setas’ de Gaudí
En el resto de la Península, las chimeneas son, en sus materiales y factura final, ciertamente humildes.
De adobe, barro cocido, ladrillo y rara vez de mampostería de lajas o piedras cortadas, por regla general, están recubiertas con unas tejas que oblicuamente dispuestas sirven a la vez de caperuza y ventano para la salida del humo.
Su tamaño es casi siempre reducido, y su estructura más bien simple.
Aun así, caben destacar excepciones.
Y entre aquellas que nos han llamado la atención, por el diseño del remate final de su chimenea exterior, figuran las del irrepetible Gaudí.
Estilo Modernista
Efectivamente, en todos los edificios civiles que proyecto y levantó este genio modernista, las chimeneas no son únicamente un accesorio práctico, sino que embellecen y dan relieve a las azoteas, que hermosean así decoradas con sus peculiares conductos recubiertos de azulejos multicolores, adoptando formas fantasmales, etcétera.
Arquitecto excepcional, original, meticuloso en los detalles, Gaudí fue además un genio innovador que supo rodearse de los más excelentes artesanos (albañiles, carpinteros, vidrieros, ceramistas, orfebres, forjadores…) y artistas, que siguieron al maestro como los componentes de una orquesta ejecutando las indicaciones del director; y así fue como supieron trasladar en lo concreto sus brillantes ideas, muchas de ellas inspiradas en las formas y fuerzas equilibradoras de la naturaleza.
Las de la casa de La Pedrera son un ejemplo bien conocido de su genio, y figuran sin duda entre nuestras chimeneas favoritas.
Las herrerianas de El Escorial
Y de un genio pasamos a otro diferente: Juan de Herrera.
El Monasterio de El Escorial es un orden completo y acabado, un edificio en el que las distintas partes y los diferentes elementos arquitectónicos tienen una correspondencia entre sí, están dictados por una idea común.
En principio, siguiendo los conceptos agustinianos de la belleza, de lo igual, lo similar, lo armonioso, lo congruente y lo concordante, todo en su fábrica responde a una directriz única: la simetría y similitud que rige el conjunto.
De ahí que las chimeneas sean en principio clásicas, que apenas destacan.
De piedra, sus coronas están rematadas por caperuzas metálicas de agudos perfiles triangulares, rematados con pequeñas bolas.
La sobriedad de El Escorial
En El Escorial, Felipe II, huyendo de la vanidad del nuevo rico y con la circunspección propia de su talante, cuidó que todo el edificio, incluido el remate exterior de las chimeneas fuese congruente con la seriedad y las insólitas magnitudes de una obra arquitectónica, paradigma de la religiosidad y gravedad de la monarquía española.
En este mismo blog te hablamos, en su momento de Chimeneas con historia en Madrid Este y de las Chimeneas con historia de Madrid Oeste, de las 14 chimeneas con más historia de la capital.
Que formando parte del patrimonio industrial arquitectónico e histórico de la capital, en su mayoría olvidadas y en muchos casos aisladas, perviven, como testigos de otro tiempo y de otro Madrid.
Se trata de chimeneas de antiguas fábricas, construidas en el siglo XIX o comienzos del XX, en ladrillo cocido y de forma y altura características, elementos de la arquitectura industrial prácticamente desaparecidos en nuestra ciudad, y que a buen seguro supusieron un reto para los deshollinadores de la época.
Dos Paradores de Turismo
Recuerda bien esta entrada, pues cuando llegue el frío y te apetezca un plan de escapada a un hotel singular, que además tenga una cálida chimenea, te acordarás de nuestras chimeneas favoritas.
Porque hay dos Paradores de Turismo, esos establecimientos con encanto para descubrir España, con sendos rincones en los que hemos encontrarás un fuego que recordar.
Y en los que, al terminar la jornada, podrás sentarte frente a su hogar para disfrutar una copa de vino o un aperitivo mientras admiras el paisaje o lees tu libro favorito.
Llámalo un plan slow, junto a una chimenea con encanto.
Parador de Segovia
El primero de ellos es el Parador de Segovia, cuya arquitectura, siendo singular, no es de las que se recuerdan por lo abigarrado de su estilo o la historia que descansa en su interior.
Sin embargo, cuenta con una chimenea redonda, de 360 grados y situada en un nivel ligeramente inferior al de la planta baja, lo que hace especialmente apetecible acurrucarse en los sillones que la circundan para disfrutar de las mejores vistas de la ciudad castellana.
Parador Nacional de Vielha
Otra de nuestras chimeneas favoritas es la del Parador Nacional de Vielha, en pleno pirineos gerundenses.
Allí, una chimenea señorial, en el centro de un maravilloso salón, sorprende al huésped y al visitante por su estructura cuadrangular: son aparentemente cuatro hogares, que sin embargo comparten un solo fuego y una única chimenea para evacuar el humo al exterior.
Una estancia en la que sentarse después de una buena sesión de spa – justo al lado de esta sala– para quienes buscan en una escapada desconectar de todo.
Sea como fuere, bellas o sencillas, recargadas o de diseño moderno, recuerda lo que te decimos siempre.
Que todo hogar y toda chimenea, sobre todo si se emplea con mucha frecuencia –en cuyo caso, los controles deberían ser aún más frecuentes– requiere un cierto cuidado en su uso, y un mantenimiento regular.
De tal modo que los costes de cualquier posible reparación estén lejos de ser un auténtico problema.
Y puedas disfrutarla con la tranquilidad de que tu chimenea te brindará años de servicio seguro y sin preocupaciones.
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